Cruceros

Cruceros fluviales: el turismo no invasivo que prefieren los destinos

Se ha deshecho de los dos clichés que le perseguían: ni tiene nada que ver con el marítimo, ni es para mayores de 50 años y hoy en día atrae a familias, parejas y jóvenes

Publicada 26/12/2018

9:00 horas

 - Actualizada 26/12/2018

9:32 horas

El ‘MS Douce France’, de CroisiEurope, navega por el Rin, uno de los ríos preferidos por los cruceros fluviales.

El ‘MS Douce France’, de CroisiEurope, navega por el Rin, uno de los ríos preferidos por los cruceros fluviales.

¿En qué se parecen un crucero fluvial y uno marítimo? Para el director general de Crucemar, Mariano González, solo hay una semejanza entre ambos: “Los dos van navegando por el agua”.

Tomás Fernández, el director comercial de CroisiEurope en España, es de la misma opinión: “Hay más diferencias que cosas en común”. La principal, aclara Fernández, es que el crucero fluvial se centra en “enseñar el destino”, mientras que el marítimo es “el destino en sí”.

El tamaño de las embarcaciones también juega un papel importante. Un crucero marítimo tiene capacidad para más de mil personas, mientras que uno fluvial no supera las 200.

El adjunto a la Dirección General de Politours, Carlos Ruiz define este tipo de barcos como “hoteles boutique” y destaca la tranquilidad que proporciona a los pasajeros no tener que cambiar de alojamiento cada vez que visitan una ciudad.

“Es una especie de circuito mucho más cómodo en el que no tienes que cargar con las maletas y está muy enfocado al turismo cultural”, señala Irlanda de Miguel, la directora comercial de Crucemundo.

Precisamente, la cultura es el ‘leit motiv’ de un crucero fluvial. Los barcos atracan en el centro de las ciudades, los pasajeros desembarcan ordenadamente y comienzan las visitas a los destinos, que tienen un peso fundamental.

“Un crucero marítimo tiene un 90% de lúdico y de diversión a bordo y un 10% de parte cultural. Un fluvial es al revés”, sentencia Carlos Ruiz.

Por eso, “cuando se vende un fluvial, se vende el destino, pero nunca un barco u otro”, puntualiza Tomás Fernández.

El Danubio y el Rin

La Asociación Internacional de Líneas de Cruceros (CLIA) ha registrado en los últimos años un crecimiento exponencial en los cruceros fluviales, entre las compañías que forman parte de su organización.

Así, en 2015 contabilizaban 169 barcos realizando recorridos a través de los ríos de Europa. En 2016, la cifra ascendía a los 184 y en 2017 se superaban los 200.

La mayor parte de las compañías ofrecen cruceros por el Danubio y el Rin con visitas programadas a ciudades como Viena, Budapest o Ámsterdam. Tanto es así, que Carlos Ruiz, asegura que en estos dos ríos planean aumentar su número de plazas “de 8.000 a 12.000 o 13.000”.

Ese crecimiento tanto de cruceros como de plazas podría hacer pensar que en un futuro los cruceros fluviales saturarán de turistas algunas de las principales capitales europeas.

Sin embargo, los principales directivos de las cruceristas discrepan. “Sería igual que preocuparse porque haya demasiados hoteles en una ciudad. Antes se saturaría el río que el destino”, concreta Tomás Fernández. Para el directivo de CrosiEurope, primero “habría una saturación en los puertos”, pues reconoce “que en ríos como el Rin o el Danubio hay muchos fluviales”.

Mariano González, de Crucemar, admite que los fluviales están creciendo, pero especifica que “se partía de cifras muy bajas”.

“Al puerto de Barcelona pueden llegar en un momento determinado 20.000 personas cuando atracan varios barcos. En cambio, en un crucero fluvial pueden llegar 600, 700 o 1.000 personas en un caso extremo. No lo veo una problemática”, manifiesta el director general de Crucemar.

Otro factor que introducen tanto Mariano González como Irlanda de Miguel es el perfil del crucerista fluvial.

González observa que “el tipo de cliente es diferente y es el que quieren las ciudades”. Algo en lo que coincide de Miguel, que considera que se trata “de un turismo no invasivo, de un número pequeño de pasajeros, que las ciudades acogen muy bien”.

Perfil del crucerista fluvial

Pero, ¿qué tipo de cliente es ese que quieren los destinos? Tradicionalmente, los cruceros fluviales se han relacionado con personas “de más de 60 años, de nivel adquisitivo medio alto”, explica Irlanda de Miguel.

No obstante, ese cliché hace años que está cambiando, sobre todo por la gran variedad de productos con los que cuentan las navieras fluviales en la actualidad.

“La media de edad en los cruceros fluviales ha bajado a 30 años en adelante, cuando hace un tiempo era de 50 en adelante”, asegura Carlos Ruiz

 “Nosotros abarcamos todos los perfiles de cliente”, manifiesta Tomás Fernández, que cree que la “idea errónea de que en el fluvial la gente es muy mayor” se debe a que “se ha vendido una parte muy pequeña, muy sesgada”.

En la misma línea, Carlos Ruiz, mantiene que la media de edad “ha bajado a los 30 años en adelante, cuando hace un tiempo era de 50 en adelante”.

En lo que sí coincide el perfil del crucerista fluvial es en que cuenta con un nivel socio cultural y adquisitivo medio-alto. Entre sus intereses, la gastronomía, la música clásica o el arte. O lo que es lo mismo, el tipo de turista que prefieren las ciudades.

“El crucerista fluvial sí gasta. Llegas a poblaciones determinadas de Alemania y ves que suben con botellas de buen vino blanco”, apunta Carlos Ruiz. Tomás Fernández está de acuerdo: “Es un buen cliente para el destino”.

Destinos exóticos

Al margen de los dos destinos más clásicos –Danubio y Rin– las navieras comienzan a lanzar itinerarios por otros ríos tanto europeos como del resto del mundo. “Seguimos apostando por Rusia”, afirma Carlos Ruiz, en relación, por ejemplo, a los cruceros por el Volga, que recorren desde Moscú a San Petersburgo y cuentan cada vez con mayor aceptación.

También en Rusia, Irlanda de Miguel explica que Crucemundo propone a sus clientes una ruta a Astracán de 14 días, o una “expedición a Baikal, el lago más dulce de Europa, que se encuentra en Siberia”.

En el caso de CroisiEurope, Tomás Fernandez, comenta que la compañía ha construido un barco, el Elba Princess, con el calado mínimo de 80 centímetros que le permite ser la “única naviera que entra navegando en Praga”. La crucerista diseña sus propios barcos, muchas veces, en exclusiva para cada destino, como sucede en el río Loira.

África y Asía son destinos que cogen fuerza. “Tenemos un safari por África, fluvial y terrestre, en un barco con ocho camarotes que va dirigido a un cliente muy aventurero”, comenta Fernández.

También en África, Irlanda de Miguel, señala que “el Nilo vuelve a estar de moda porque Egipto es ahora más seguro”.

El crucerista fluvial cuenta con un nivel socio cultural y adquisitivo medio-alto y resulta muy atractivo para las ciudades

 El director comercial de CroisiEurope en España añade los cruceros por el Mekong, que surcan Vietnam y Camboya, en barcos de 70 habitaciones, y están “dirigidos por ejemplo a viajes de novios”.

Las posibilidades son infinitas. Carlos Ruiz, se atreve a apuntar hacia el futuro de los cruceros fluviales. “Todavía no se ha sondeado, pero en los próximos años los barcos serán tematizados”, profetiza el directivo de Politours. “Si algo sí he visto en los últimos años es que el cliente empieza a viajar en una búsqueda de conocer gente y de convivir. La gente va buscando estar con otras personas que puedan pensar o tener aficiones parecidas”, concluye Carlos Ruiz.

El papel de las agencias

En ese futuro cercano al que se refiere Carlos Ruiz, las agencias de viajes seguirán teniendo un papel fundamental en la venta de los cruceros fluviales, tal y como sucede hasta ahora.

“Nuestro canal de venta son las agencias de viajes. Se reserva el 100% de los cruceros fluviales a través de ellas”, asegura el propio Ruiz.

En la misma línea, Tomás Fernández confirma que el “100% de las reservas de la compañía se hacen a través de agencias”. De hecho, la crucerista tiene “precios más baratos para las excursiones si el cliente las compra en la minorista”.

Crucemar y Crucemundo venden su producto tanto al cliente final como en agencias de viajes. Sin embargo, mientras que Irlanda de Miguel afirma que “prácticamente la totalidad de las reservas se hacen a través de agencias”, Mariano González las cifra en un “25 o 30%”.

Lo que sí está claro es que, en palabras de Carlos Ruiz, “el crucero fluvial hace diez años era un producto desconocido y hoy en día lo conocen todas las minoristas”.

No solo eso, sino que han cambiado de rumbo. Las cruceristas fluviales han conseguido deshacerse del ‘sambenito’ que las definía como producto para mayores de 50 años y presentan un aspecto rejuvenecido que las hace atractivas para otros perfiles, más variados, que comparten eso sí, el poder adquisitivo y el nivel socio cultural que desean los destinos cuyos puertos acogen estos pequeños barcos.

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2 COMENTARIOS

Jaime1945

27/12/2018 | 12:39 horas

#2

Coincido con todos ellos que, nada tienen que ver los marítimos con los fluviales, pero aclarar que los marítimos no pierden su parte cultural, ya que las actividades lúdicas del marítimo se realizan de noche, mientras que de día están atracados en tierra y realizan excursiones en gran variedad, mientras que el fluvial navega durante el día y recala por la noche, y que si quieres actividad lúdica la buscas en tierra.
Lo que si es cierto es que mientras un marítimo al recalar deja en tierra, el mismo número que un fluvial, casi en toda la temporada, y esto se agradece, por parte de los distintos puertos, como por muchos pasajeros que gustamos de más tranquilidad. La parte negativa es que el incremento de familias, en naves de poco espacio, dejan de ser lo relajantes de antaño, pero, seguro que ya se buscarán fórmulas para recuperarlas.

Carmen

27/12/2018 | 8:43 horas

#1

Un producto interesante para conocer una ciudad, aunque un poco caro

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