Los destinos turísticos que han alcanzado el éxito, por lo general en forma de aumento del número de visitantes, han desarrollado diversas herramientas para gestionarlo con eficiencia y mejorar la experiencia de los viajeros a la vez que limitan los impactos en la vida de los ciudadanos.
Una de ellas, quizá la más controvertida, es la tasa turística. Concebida como un pequeño impuesto que puede ser finalista o no, es decir, puede reinvertirse en el turismo o en otros proyectos, acumula defensores y detractores a partes iguales, según puede confirmar AGENTTRAVEL tras haber recabado las opiniones de actores turísticos del ámbito público y privado para este reportaje.
En España, hay dos comunidades autónomas que aplican la tasa turística: Cataluña y Baleares. El importe depende del tipo de alojamiento –paga más un hotel de cinco estrellas que un camping– e incluye también a las embarcaciones de crucero.
Al contrario que otras capitales europeas, Madrid no tiene aún una tasa turística puesto que la Comunidad Autónoma, que es la encargada de gestionar esta política, se muestra contraria a la aplicación de cualquier impuesto adicional.
No obstante, algunas voces discordantes, como la Asociación de Turismo España China (ATEC) o Madrid Foro Empresarial (MFE) se muestran de acuerdo en que una tasa turística serviría, entre otras cosas, para aumentar los recursos que se dedican a la promoción de la ciudad.
El Ayuntamiento, por su parte, no tiene competencias, pero tampoco se opondría a su aplicación, según declaró el director de Turismo del Ayuntamiento de Madrid, Miguel Sanz, y algunos de los candidatos a la presidencia de la Comunidad como Iñigo Errejón ya han afirmado que la implementarían, por lo que no es descartable a medio plazo.
La ecotasa recaudó 122 millones en 2018
Volviendo a Baleares, el Govern impuso en 2016 una tasa turística, conocida como la ecotasa, que decidió duplicar un año después en la temporada alta y congelar en la temporada baja para favorecer la desestacionalización.
Esta decisión del Govern ha impactado fuertemente en la recaudación: en 2018, Baleares ingresó más de 122 millones a través de la tasa turística, lo cual supone un incremento del 87% con respecto al año anterior, según la Conselleria de Hacienda y Administraciones Públicas.
Baleares ingresó más de 122 millones a través de la tasa turística en 2018, un 87% más
En concreto, el directivo de la entidad, que está formada por el Ayuntamiento de Palma, la Autoridad Portuaria Balear y 28 empresas privadas, destaca proyectos de “rehabilitación del casco antiguo, parques, colectores de aguas sucias o depuradoras”. La tasa, asegura, es “en teoría, finalista”.
Parte de la recaudación para vivienda social
Sin embargo, la decisión del Consell del Govern de dedicar el 24% de la recaudación a vivienda social contradice este carácter finalista de la tasa y ha puesto en contra de la medida a varias organizaciones ecologistas que consideran que el impuesto debería revertir en el medioambiente.
También los hoteleros de la isla, representados por la vicepresidenta ejecutiva de la Federación Empresarial Hotelera de Mallorca (FEHM), María José Aguiló, han criticado con dureza la forma de invertir el importe recaudado a través de la ecotasa.
“Discrepamos bastante con el uso de los fondos que están haciendo por parte del Govern Balear”, manifiesta Aguiló. La vicepresidenta ejecutiva de la FEHM enfatiza que “en primera instancia, no debería haber impuesto”, pero ya que existe, “los recursos se deberían gestionar eficazmente y debería revertir en temas medioambientales”.
Japón y Venecia, dos tasas peculiares
A pesar de las críticas, la tasa turística se aplica con éxito en numerosas ciudades europeas y también del resto del mundo como Ámsterdam, Berlín, Nueva York, Roma, Bruselas, París, Lisboa o Dubái.
El importe fluctúa entre los diez euros por noche que cobra Bruselas a los viajeros que se alojen en un hotel de cinco estrellas y el euro que tienen que abonar los visitantes de Lisboa que pernocten en un establecimiento de igual categoría.
Venecia ha impuesto una tasa turística de entre tres y diez euros a los viajeros que pasen un solo día en la ciudad
Por su parte, Venecia, que ya cuenta con un impuesto para las personas que pernoctan en la ciudad que varía en función de la temporada o la edad de los huéspedes, ha confirmado que también cobrará una tasa turística a los turistas que solo pasen un día en la ciudad.
La medida afectará especialmente a los cruceristas, que tendrán que abonar un importe que oscilará entre los tres y los diez euros dependiendo de la afluencia de turistas y de la temporada en la que se visite la ciudad.
Luigi Brugnaro, el alcalde de la ciudad, tiene un objetivo evidente con la implantación de la tasa turística: que los visitantes contribuyan a afrontar los costes de limpieza y seguridad “que hasta ahora habían sido pagados tan solo por los venecianos”.
“Nadie deja de ir a un destino por la tasa”
Esa forma de entender la tasa turística, que no tiene nada que ver con evitar que siga llegando el turismo, sino con la colaboración de los visitantes para que el destino continúe siendo sostenible, la comparten tanto el alcalde de Venecia como Rafael Isún, que lidera el equipo de Comunicación de la asociación de agencias de viajes corporativas Travel Advisors.
Rafael Isún: “No es cierto que la tasa turística sea disuasoria o que deba afrontarlo otro que no sea el propio turista”
Entre otras partidas para la inversión de los ingresos derivados de la aplicación de las tasas turísticas, el responsable de Travel Advisors propone “la seguridad, la limpieza, la ordenación viaria o el mantenimiento del espacio público”.
Para él, “no es cierto, como afirman algunos operadores turísticos, que las tasas sean disuasorias o que deban afrontarlas otros que no sean los propios turistas”. Al hilo de esta reflexión surge una última pregunta: si son los viajeros los que deben abonar la tasa, ¿no corren los destinos el peligro de que algunos cancelen su visita para no pagar el importe del impuesto?
Isún lo tiene claro: “Si fuera así, probablemente sería de agradecer que ese tipo de turista insensible a las necesidades de los destinos y de sus habitantes no se desplazara”.